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Gracia Cardona
31 enero 2011

Rehabilitación de un piso en Pamplona, por el arquitecto Iñigo Beguiristáin.

El reto del arquitecto en este proyecto estaba claro desde el principio: reformar un piso “normal” de 120 m2 en una vivienda familiar que superase el convencionalismo de las reformas al uso, y le dotara de cierta ambición arquitectónica y geométrica al espacio.
El programa era el típico de muchas reformas: se necesitaban 3 habitaciones, 2 baños, un salón-comedor, una cocina equipada, y un estudio, lo “normal” en una vivienda familiar. Pero la reforma llevada a cabo por Iñigo Beguiristáin, del estudio Beguiristáin-Bergera, ha conseguido un piso bien distribuido, funcional y amplio. Los agradables espacios han sido amueblados con una muy buena selección de mobiliario contemporáneo, que le dan a la vivienda un moderno aire arquitectónico.

Para conseguir un espacio general bien definido, el arquitecto ha diseñado una vivienda sin estridencias arquitectónicas: el secreto ha sido una planta longitudinal de un total de 120m2, típica de los pisos del centro de las ciudades, que se ha distribuido de forma rítmica y bien organizada.

Todo el piso se ha pintado de blanco, se han sustituido algunos tabiques por separaciones acristaladas y se han integrado los espacios públicos. Se ha conseguido así una liberación visual que introduce algunas diagonales de gran atractivo y profundidad.

El primer gran espacio que nos encontramos es la zona pública, el salón-comedor, en el que se ha integrado una cocina convertida en el gran punto focal del apartamento.  El mobiliario de la misma, diseñado de modo que “esconda” la mayoría de distintos aparatos culinarios, ha sido complementado con un simple banco industrial System 20 de Bulthaup. Así, el protagonismo de la cocina se consigue gracias al contraste cromático del negro antracita de los armarios con el blanco nuclear con que se ha pintado el resto de paredes. Como contrapunto, se ha escogido un tradicional suelo hidráulico, también en blanco y negro, y 2 taburetes industriales en amarillo, que le dan un toque  de calidez al diseño extra-mínimal del espacio.

El salón-comedor, de nuevo de diseño extremadamente simple, adquiere su personalidad gracias a una cuidada selección de mobiliario de las mejores firmas del siglo XX. Sillas CH24 de J. Wegner para Carl Hansen en el comedor, la lámpara Glo Ball S2 de Jasper Morrison para Flos, la butaca basculante LC1 de Le Corbusier para Casina, o la silla LCW en haya natural de Charles & Ray Eames para Vitra son algunas de las exquisitas piezas que, combinadas con algún mueble histórico adquirido en mercadillos de almoneda o anticuarios, le dan un carácter muy personal al apartamento.

Los pequeños dormitorios han conseguido ampliarse visualmente gracias a una máxima simplicidad en los armarios hechos a medida, que parecen “invisibles” y se mimetizan con el resto de las blancas paredes. De nuevo, unas pocas piezas de mobiliario contemporáneo seleccionado de forma exquisita y algún detalle decorativo cromático marcan el contrapunto de vida y alegría en esta tranquila vivienda familiar. En el dormitorio principal, por ejemplo, encontramos las mesillas modulares de USM Haller, mientras que en los dormitorios de los niños, podemos ver la mesita Metal Side Table de Ronan and Erwan Bouroullec para Vitra, o los divertidos Eames Elephants de Vitra.

Fotografía © Iñaki Bergera www.bergeraphoto.com, cortesía de Iñigo Beguiristáin.

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