Una iglesia que predica el minimalismo gracias a Qubus Studio.
Y, lo que es más importante, Maxim Velcovsky y Jakub Berdych han sido capaces de dotar de una fuerte carga espiritual a un asiento contemporáneo, concebido por el diseñador industrial danés Verner Panton para espacios más convencionales, simplemente troquelando una cruz en su respaldo. Un matiz que dota al asiento de un aura difícil de igualar.
Por fin, una silla que forma parte de los últimos 50 años de historia del diseño occidental, trasciende el mundo terrenal. Y lo hace acompañada de otro icono; la silla Torre Eiffel, también en blanco. No creo que el arquitecto, diseñador y director de cine norteamericano, Charles Eames, ni su esposa Ray, soñaran con ver su asiento de polipropileno y estructura de acero cromado -imitadora del monumento francés- elevado a un altar. Esa es la magia del diseño de interiores concebido como algo más que adecuar un espacio a un uso.
Qubus Studio ha reinterpretado un espacio que mantiene sus paredes desnudas de piedra con retazos de su decoración original, con un lenguaje actual en el que las referencias a la religión no son monolíticas, como tampoco lo son sus influencias estéticas o las metáforas que se extraen de su diálogo.
El interior de la iglesia de San Bartolomé de Chodocive es auténtica poesía simbolista, al tiempo que se ha convertido en un nuevo icono de la renovación estética de un país Checoslovaquia- que abandonó el socialismo, se fragmentó e inició una vertiginosa adaptación al capitalismo. Y, todo ello, sin renunciar a su historia y su vasto acervo cultural: doce de sus monumentos históricos constan inscritos en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
La intervención de Qubus Studio en este espacio destinado al culto del alma demuestra que el contraste entre el barroco de la arquitectura y el moderno mobiliario de sillería, pero también de alfombras persas –típicas, por cierto, de los santuarios musulmanes- y lámparas araña de cristal, pueden convivir en armonía sin entorpecer el objeto final del espacio.
Grandes elogios para un diseño que parece hecho para un aula de clase o un auditorio pero no para una Iglesia. Se ha eliminado un elemento básico de la silla de Iglesia: el reclinatorio; ¿donde queda la posición de humildad que se manifiesta con el gesto de arrodillarse propia de algunos momentos de las celebraciones litúrgicas? Se pierde en aras del diseño y del modernismo. Desaparece así mismo el simbolismo de la cátedra: ¿donde está la silla del sacerdote? En este diseño se ponen 4 sillas iguales, más propias para un show de televisión o un programa de entrevistas. Esas 4 sillas se roban el protagonismo, pues no se puede negar que son bellas, pero en una Iglesia lo central es el Sagrario o Tabernáculo donde está reservado el Cristo sacramentado. En definitiva un proyecto al que le faltó profundizar en el simbolismo de un edificio religioso, que no puede concebirse fuera de su función y su significado.