Paz y calidez en Malasaña.
En la calle Madera, en el barrio de Malasaña, en pleno centro de Madrid, el piso de María y Sergio es un ejemplo de cómo crear un hogar cálido y acogedor con muy poco. En realidad, los viajes y experiencias de esta pareja les han enseñado que menos es más, que la belleza también es austera, cercana, íntima y carente de pretensiones. Descubre ‘otro Malasaña’ en este piso luminoso y sencillo en el que, en todo caso, no faltan los detalles.
De un vistazo
Quién vive aquí: María Alejandra Ercole y Sergio Cappanera, su novio, dueños de la tienda MON
Situación: Calle Madera, barrio de Malasaña, Madrid
Superficie: 100 metros cuadrados
Fotografía: Sandra Rojo
María Alejandra y su pareja, Sergio, son argentinos de padres italianos. Ingeniero industrial, él; filósofa y abogada, ella, llevan juntos 17 años. Según dicen, un poco de aventura, riesgo y amor, mucho amor, son los ingredientes principales de su relación.
Juntos han vivido en México e Italia, pero hace diez años se vinieron a Madrid. Al llegar, se decantaron por un chalé en la sierra de Madrid, en Colmenar Viejo, pero desde hace tres años viven alquilados en un piso de 100 metros cuadrados en el barrio de Malasaña.
El hogar de esta pareja es un tercero cuya zona de estar da a un convento de monjas de clausura. Lo mejor es que no hay edificios altos delante y que cuentan con intimidad, luz, silencio y paz…, mucha paz. “Nuestro piso nos encanta. Tanto por la tranquilidad como por las vistas es como vivir en un pueblo”, afirma María Alejandra.
Hasta hace muy poco, María Alejandra era dueña de la tienda Contigo alla fine del mondo: uno de los primeros lugares de Madrid donde se podía encontrar prensa extranjera, objetos de marcas nórdicas y productos artesanales de diseñadores emergentes de todo el mundo. Allí, organizaba talleres de escritura, pintura, ilustración: el perfecto caldo de cultivo para montar ahora una marca de diseño, MON, que Sergio y ella han fundado hace 7 meses y ya cuenta con cerca de 20 puntos de venta en España y Uruguay.
Su casa es un reflejo de todas esas inquietudes; de los viajes, la mezcla de culturas, la fotografía, la ilustración… Porque si algo destaca precisamente en este hogar es ilustración… ¡y los libros! A María le encanta leer. “Ahora estoy leyendo muchos cómics ilustrados: entre ellos uno muy bonito que se titula Juliette y los cien mil fantasmas; y otro, sobre Van Gogh y su hermano, que se titula Vincent”, dice.
Aunque María Alejandra y Sergio son de gustos sencillos,también les encanta “rodearse de cosas bonitas”. Ambos se han convertido en dos coleccionistas aficionados que van adquiriendo y atesorando obras de muchos artistas noveles.
La casa forma parte de un edifico construido en 1900 que los antiguos propietarios, amigos de la pareja, reformaron hace diez años. En todo caso, hay algunos elementos originales que se han conservado para preservar la identidad del lugar, como las vigas de madera y los balcones, y que aportan al interior mucho carácter.
Dos amplios balcones que dan a la calle aportan a la zona de día:el salón-comedor y la cocina, muchísima luz natural. “Una cocina abierta te permite disfrutar de la conversación y de los amigos mientras preparas algo”, dice María, que reconoce que una de las cosas que tiene en mente para un futuro es, precisamente, darle un nuevo aire a este espacio “para que sea aún más bonito y funcional”.
Como esta es una zona con luz y “muy calentita en invierno”, dice María, aquí pasan la mayoría del tiempo. “Me gusta traerme a la mesa del comedor el portátil. Así, cuando llega Sergio podemos charlar mientras él cocina algo”, dice.
“Este cajón, que encontramos cuando llegamos a la casa y nos encantó, está apoyado en la pared junto a uno de los balcones y sirve para dejar revistas y otros objetos”, cuenta María Alejandra.
María Alejandra ha recuperado algunas piezas de la casa. Una de ellas, en concreto la silla con el asiento tapizado en turquesa, es su preferida. Dos amigos suyos, dueños de la tienda El Afilador, le ayudaron a dejarla impecable.
Este hueco (se puede ver su sitio en la casa un par de fotos antes de esta) era, antes de la reforma, una puerta. Desde aquí se domina ahora todo el pasillo que articula la zona privada de la casa: habitación principal, de invitados y estudio.
“En nuestra habitación, el tiempo parece pararse. Los ruidos y el ajetreo de la ciudad quedan atrás y solo hay lugar para confidencias a la luz de las lamparitas de noche”, dice María Alejandra.
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