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El ascensor que reconcilia las dos partes de Gironella.

Pasado y presente divididos por un río, el Llobregat, que parte el centro histórico y la parte moderna de Gironella, un municipio de la provincia de Barcelona. Ya no. Desde hace unos meses un ascensor ayuda a dinamizar el uso del casco antiguo y evitar la exclusión social. Y encima recupera un antiguo paseo fluvial. Los agradecimientos son para Carles Enrich arquitectura + urbanismo.
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Para comprender mejor la necesidad de este recurso, antes os explicaremos que el centro histórico se encuentra en la cima de una colina de 20 metros de altura a la orilla derecha del río, donde se ubicaba el castillo medieval. Mientras que la parte moderna está situada al otro lado del río, debido a que su topografía más llana ha permitido un crecimiento en expansión.

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Este desnivel ha llegado a generar una fractura social. Con los años el centro histórico se ha ido despoblando debido a las dificultades de accesibilidad. Las estrechas calles escalonadas que llevan a la plaza de la Vila suponen un esfuerzo para la gente mayor y los más pequeños.

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Con esta propuesta arquitectónica de construir un ascensor exterior se busca unir las dos partes del pueblo y ayudar a la dinamización del centro histórico. Pero lo bueno, además, es que se trata de activador para recuperar el uso de un antiguo pasaje.

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La fachada fluvial de Gironella está formada por una serie de vestigios medievales que suponen un patrimonio arquitectónico e histórico para el pueblo. También lo son las colonias industriales de principios del siglo XX que bordean el río.

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A estas colonias se accedía a través del camino de Cal Metre. Pues bien, el ascensor está situado en un punto estratégico de este antiguo camino, de modo que no sólo lo reaviva sino que, al final, todo en conjunto, supone una continuidad urbana: el casco, el río y la parte moderna.

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Y todo ello integrando el ascensor de manera respetuosa, “como una capa más en la memoria histórica del lugar”, describen desde el estudio, donde han colaborado en el proyecto Adriana Campmany, Àngel Rosales y Ada Sánchez.

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Los materiales, por tanto, debían “dialogar con todas estas preexistencias, potenciando la relación con las industrias textiles y reconociendo el estrato vegetal como espacio público». Es por ello que el ascensor sólo cuenta con tres elementos principales: acero, cerámica y vidrio.

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La estructura de acero está formada por pilares tubulares de 80.8  metros y anillos tubulares de 80.8 cada 1,5 m. Unos perfiles L 100 soldados a estos anillos permiten la sujeción de los tramos de celosía cerámica. Se realizó en un taller local y se trasladó a la obra en cuatro tramos.

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Los 16 metros superiores están cubiertos por una celosía en tres de las cuatro caras de la caja. Esta celosía está formada por geros colocados de canto. La elección del gero como material de cerramiento actúa como filtro solar ofreciendo a la caja de ascensor porosidad, entrada de luz y ventilación. Por otro lado, desmaterializa la caja al dejar pasar la luz por sus caras opuestas generando un aspecto de ligereza que contrasta con la opacidad que ofrece en una visión lejana.

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Los 8 metros inferiores de la caja tienen un cerramiento vidriado, cuya transparencia garantiza una relación próxima con el paseo de Cal Metre y los plátanos, que suponen un magnífico umbráculo cambiante con las estaciones.

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Por último, la fachada a la plaza se resuelve con un acristalamiento para favorecer la relación del ascensor con las actividades que desarrollan los habitantes.

Fotografías: Adrià Goula

 

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