Un apartamento en Les Corts para una japonesa y dos gatos.
La vivienda se encuentra en un edificio del siglo XIX, con una distribución en forma de L, y originariamente, llena de tabiques, pasillos y “habitaciones sin sentido”, nos dicen el arquitecto catalán. Puesto que sus únicos habitantes son, por ahora, Yuna (la propietaria) y sus dos gatos, Pons optó por convertir la casa en un espacio diáfano. Fuera todos los tabiques.
Ahora bien, mantuvo algunos elementos originales y valiosos como las vigas de madera y el muro de piedra que conforma las paredes. De hecho, no sólo los ha dejado a la vista sino que se han convertido en uno de los focos de atención.
El otro foco, sin duda, es el cubo de color blanco, puramente geométrico, con el que ha partido el piso para lograr espacios de privacidad en un sitio abierto.
Está situado en la parte central y deja un pasillo para acceder al dormitorio y la galería anexa a éste. Por delante está el comedor y el salón, que ocupa la prolongación lateral de la planta. El pasillo, por tanto, “mantiene la continuidad espacial y visual del conjunto”.
¿Y que hay en el cubo? Dentro el baño, y fuera, en la parte que da al comedor, la cocina. Aquí ha utilizado un truco: colocar un espejo detrás de la encimera para crear también sensación de profundidad en la misma.
El cubo no llega al techo, de modo que ‘las paredes’ del baño, tampoco lo hacen. Este hueco se ha convertido en la zona de juegos de los gatos después de que la propietaria les construyera una escalera de madera para acceder ahí arriba.
Par dar ventilación y luminosidad al baño, Pons abrió una apertura en la pared del cubo que da al dormitorio, a la misma altura donde se sitúa el ventanal con vistas a la galería. De modo que la luz natural que entra por ella llega hasta el baño.
Otro recurso que contribuye a proporcionar intimidad a las zonas privadas de la casa es la creación de una tarima de 30 cm en el suelo del dormitorio, el baño y la galería. Ahora bien, está recubierta de las mismas lamas de madera que en el resto del piso para preservar la continuidad.
Esta unidad sólo se rompe en la galería con un pequeño suelo de mosaico hidráulico a modo de alfombra, otro detalle que conecta con los orígenes de la vivienda y que también ha rescatado de otros pisos que ha reformado de Barcelona, donde ha aplicado – aunque de manera diferente – la fórmula de combinar piedra y madera con piezas blancas de formas geométricas. El resultado es siempre un éxito.
Fotografías: Adrià Goula