Tendencias en arquitectura: la ruina es bella.
Para dar un nuevo aire a un edificio valioso pero que apenas aguanta en pie. También, para encontrar nuevos usos. Quizás por la necesidad de mantener el edificio cueste lo que cueste, por su valor patrimonial. En la Península, donde más afectó la burbuja del ladrillo. Pero además, en el Norte de Europa. O en las islas británicas. La ruina no conoce fronteras, y la creatividad, tampoco. Lo comprobamos.
De pajar ruinoso a icono arquitectónico.
En Porquera de los Infantes, Palencia, el arquitecto Jesús Castillo Oli transformó –junto con el propietario de la vivienda, el periodista Fernando Gallardo– este antiguo pajar en ruinas en un lugar muy especial, donde interior y exterior forman un todo.
Transformar un pajar ruinoso en un lugar habitable desde el respeto a lo material y lo inmaterial (especialmente a esto último) es lo que ha hecho de esta vivienda un icono de la arquitectura.
La ruina y el vacío se hacen arte y arquitectura.
La ruina, que forma parte de la historia de la ciudad, es ahora un lugar de intervención y, ante todo, de imaginación. Atrae las miradas y provoca la incomodidad. Se crea un nuevo escenario en Oporto y se dignifica un espacio antes vacío.
En una de las zonas más representativas de la ciudad portuguesa se levanta Metamorfose, una instalación diseñada por el estudio creativo FAHR 021.3. Cuyo trabajo se encuentra en los límites de la arquitectura y el arte.
Más ruina habitada.
En lugar de rehabilitar el edificio original, en este caso una casa de campo del siglo XVIII catalogada, lo preserva. La madera podrida, la hiedra muerta, los nidos de las aves que han acampado a sus anchas en la ruina, las telarañas y el polvo acumulado pasan así a formar parte de la nueva construcción.
Kate Darby y David Connor son los autores de esta vivienda-estudio en Bircher Common, en la región inglesa de Herefordshire.
El arte de convertir ruina en lujo.
Un espacio que podríamos apodar como ruina-de-luxe. Así es Mexkisito, el restaurante madrileño “con un corazón mexicano y un toque exquisito”.
Una casa colonial mexicana que mezcla lo nuevo con lo viejo, la artesanía local con lo industrial y lo decadente con lo clásico.
Iglesia por fuera, espacio polivalente por dentro.
The Waterdog es un espacio donde conviven pasado, presente y fufuro, que desafía la imagen aburrida y sin imaginación de la oficina tradicional.
Para los arquitectos ha sido fundamental resaltar el papel crucial que el espacio original, con múltiples funcionalidades, ha desempeñado en la vida de los vecinos. Un objetivo que logran creando una gran sala abierta y de encuentro en el corazón de la antigua capilla.