¿Qué pasaría con los Países Bajos si no existieran sus famosos diques de contención para frenar el empuje del océano Atlántico? Que la mayor parte de su territorio se hallaría bajo las aguas. La pintura de Jan Asselijn sobre la inundación que sufrió Amsterdam en 1651, recientemente adquirida por el Rijksmuseum, es el punto de partida de la nueva instalación de Daan Roosegaarde en la Museumplein de la capital holandesa: Waterlicht.
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Del 11 al 13 de mayo, cada visitante a la conocida «plaza de los museos» de Amsterdam ha podido experimentar el casi olvidado poder y vulnerabilidad que tiene el agua. Un punto sobre el que quiere incidir Roosegaarde, que considera que los holandeses «han olvidado que la base del pueblo que somos viene dada a partir de los diques, y que de ellos depende nuestra historia».
La conexión con el cuadro barroco de Asselijn se puede ver a través de la interacción que ambas obras establecen entre el hombre, la naturaleza y la tecnología. «No hay que olvidar que, si no fuera por los diques, el mismo Rijksmuseum estaría bajo el agua», nos explican desde el ayuntamiento de Amsterdam.
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Una instalación para reflexionar también sobre los efectos del calentamiento global y los cambios que pueden sucederse en diferentes territorios y afectar a nuestra vida. Desde un punto de vista «tecno-poético» que caracteriza los trabajos del artista e innovador Roosegaarde.
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