A Sevilla le ha salido esta semana un borrón. La decisión del Tribunal Supremo de vetar la construcción de la biblioteca de la Universidad de Sevilla deja a la ciudad sin un edificio firmado por la iraquí Zaha Hadid, reconocida, entre otros, con el premio Pritzker, probablemente el más prestigioso del mundo de la arquitectura. Implica también la pérdida de una biblioteca pública, que tampoco es una buena noticia para ninguna ciudad. Y sobre todo, supone que, una vez más, sean los tribunales los que tengan la última palabra en la planificación urbanística de la ciudad ante la incapacidad de la administración y los administrados de llegar a un acuerdo.
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