Fue el primer restaurante moderno del país. Irrumpió en Barcelona en plena dictadura, con un concepto innovador y sorprendentemente liberal. La tortillería favorita de los artistas, escritores, arquitectos y editores de los años setenta cumple medio siglo. Su reinado sigue intacto.
Entre amigos
Abrió sus puertas en 1970, concretamente el 3 de julio. Lo hizo impulsado por cuatro buenos amigos: Alfonso Milá, Cecilia Santo Domingo, Leopoldo Pomés y Karin Leiz. Todos formaban parte de ese grupo selecto de intelectuales de la Barcelona de finales de los sesenta, que soñaban con una sociedad más abierta. “Queríamos un restaurante donde se respirara mucha libertad”, recuerda Karin Leiz, esposa de Leopoldo. “España era una dictadura en 1970 y entre los restaurantes de lujo, que eran muy serios, y las casas de comidas, más pensadas para alimentar el estómago que el espíritu, apenas no había nada decente. Flash Flash fue una revolución y la gente la estaba esperando”.
Y así fue como cuatro amigos aficionados al buen comer y al diseño de vanguardia pasaron del dicho -«vamos a montar un restaurante»- al hecho.
Un diner de diseño
Eligieron un local de la calle Granada del Penedés, encima de la Diagonal, donde aún siguen a pie de cañón. Como todos venían de ambientes y profesiones creativas, lo tuvieron fácil para convertir aquel espacio en el epicentro cultural de la ciudad. Los arquitectos Federico Correa y Alfonso Milá se encargaron del interiorismo. Karin Leiz y Cecilia Santo Domingo elaboraron la carta. Y el fotógrafo Leopoldo Pomés creó la icónica imagen del restaurante, que no fue otra que Karin.
El diseño interior era como la versión catalan design de un diner americano. Más pulido, más vanguardista y más hipster. En un entorno completamente blanco y diáfano, Correa y Milá optaron por sofás corridos y mesas de fórmica, toda una revolución en esa época, en España.
Y sobre las paredes, siluetas de una reportera vestida de negro, con boina y cámara en mano, que se convirtieron en la insignia del restaurante.
Flash Flash prescindió de manteles, en pro de blanquísimas servilletas de algodón XXL; optó por una cubertería de acero y cristalería refinada, pero sin adornos. La muda de los camareros era la propia de un restaurante de lujo, chaqueta y corbata.
Tortillas à gogó
No solo su diseño interior era totalmente innovador. La oferta gastronómica fue otra de sus osadas peculiaridades, que posicionaron el Flash Flash como el restaurante predilecto de la Gauche Divine. Su menú consistía en tortillas, hamburguesas y ensaladas personalizadas, que se podían degustar hasta la madrugada. Comida sencilla y desenfadada, servida con total refinamiento.
Restaurante Flash Flash, 50º aniversario
La fórmula les funcionó. Entonces y ahora. Hoy, en manos de los herederos de Milá y Pomés, Flash Flash celebra su 50º aniversario rodeado de sus viejos amigos y siendo, todavía, un must para los amantes del diseño. No ha perdido ni una pizca de su encanto, savoir faire y coolness.
Sigue todas las celebraciones del 50º aniversario a través de la plataforma digital creada para la ocasión.
Flash Flash tortillería. C/ de la Granada del Penedès, 25. 08006 Barcelona
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