Grasienta comida rápida. Una servilleta, y listo. Pero el hot dog es mucho más. Y eso nos quieren demostrar los diseñadores de Rapt Studio en su nuevo restaurante: JDawgs. Un giro a la tradición de la mano de los dueños de la franquicia. Para chuparnos los dedos.
Casi una década después de abrir su primer puesto de perritos calientes en una choza roja de algo menos de 16 metros cuadrados, JDawgs es una franquicia en expansión, con cuatro ubicaciones que ofrecen «el mejor hot dog que podrás comer».
La quinta y más reciente se sitúa en el centro de Salt Lake City. La capital del estado de Utah supone para el fundador de Dawgs una vuelta a las raíces. Por lo que contactó con Rapt Studio para «recuperar la magia de aquella choza roja».
Estudio y cliente, de la mano
Rapt Studio inició el proceso llevando a cabo una serie de workshops que ayudan a comprender la esencia de J. Dawgs. «No se trataba solo de abrir un nuevo restaurante. Se trata de la marca J. Dawgs, y de cada punto de contacto con la experiencia», nos explican.
El éxito de JDawgs se basa en una premisa simple: servir los bocados más sabrosos. A través de la combinación perfecta: perritos calientes (hot dogs) de carne 100% de res, panes frescos al horno provenientes de panaderías locales, y la salsa especial. De ingredientes secretos, por supuesto, como la Coca-Cola.
El equipo delineó a partir de esto una estrategia de marca creativa basada en este éxito. Definiendo así los otros atributos de la marca. Esta estrategia serviría como una hoja de ruta para el proyecto y el negocio.
Gráfica e interiorismo, nuevos ingredientes de JDawgs
El resultado ha sido una renovación completa de la marca. Y un nuevo concepto para el restaurante del centro, que incluye desde accesorios y acabados hasta uniformes de empleados y diseño de packaging.
El restaurante ha sido diseñado en torno a un concepto sencillo: la reunión de gente en un ambiente que resulte atractivo y divertido.
Evoca la simplicidad de lavar los platos antes de la cena y reunirse en torno a las mesas comunales.
Porque la fast food también forma parte de un ritual. El de compartir y pasarlo bien.
Fotografía: Jeremy Bitterman
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