Para un arquitecto no es tarea fácil dedicarse a la rehabilitación de la casa que ha escogido para vivir. Sin embargo, en el caso concreto de la arquitecta Selina Bertola, la renovación de su propio piso resultó ser una tarea más sencilla de lo esperado: “Lo tuve todo bastante claro desde el principio. Las ideas poco a poco se fueron perfilando y las distintas fases del proyecto se sucedieron una tras otra con naturalidad”, comenta Selina. La vivienda, con una historia y un carácter muy peculiar, se vuelca además a uno de los rincones con mejores vistas de la ciudad de Milán.
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De un vistazo
Quién vive aquí: Selina Bertola y su marido Francesco
Situación: Milán
Fecha de construcción: Siglo XIX
Arquitecto: Selina Bertola | Nomade Architettura
Superficie: 120 m² divididos en sala de estar, cocina, dos habitaciones, dos baños y dostrasteros.
Milán; concretamente uno de sus rincones más conocidos y alegres: los famosos canales. Este es un lugar de paseos, aperitivos y reuniones. Aquí, no lejos de la nueva MiDársena, recién inaugurada con motivo de la Expo, Selina Bertola encontró por fin el apartamento de sus sueños: una vieja casa con balcón enrejado, con historia, pero a la vez capaz de asumir un estilo contemporáneo.
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La rehabilitación, que se prolongó seis meses, ha recuperado estructuras y elementos preexistentes, comenzando por las viejas vigas de madera que, tras años escondidas, han vuelto a quedar expuestas; previa reparación y posterior tratamiento.
Por otro lado, se han recuperado los cerramientos con sus tonalidades originales. Los numerosos muros de carga no han permitido realizar grandes redistribuciones del espacio. La única demolición se llevó a cabo en la zona de día para conseguir un espacio más grande y luminoso.
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La cocina refleja más que cualquier otro ambiente de la casa el toque industrial que buscaba la arquitecta: con suelo de baldosas con motivos hexagonales, lámpara de aire industrial y estanterías de hierro y madera en las paredes.
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Para mantener la cocina separada del resto de los ambientes de la casa, Selina ha diseñado una caja de hierro que se puede aislar, o abrir, según las necesidades. En el suelo, una alfombra del siglo XVII de herencia familiar: un regalo del abuelo de Selina, comprada en Samarcanda en los años 70.
Abiertas, las ventanas de la cocina permiten charlar con los invitados. En primer plano resalta la mesa de Maison du Monde, con caballetes de hierro fundido y mecanismo a tuerca, que se integra perfectamente en el conjunto de la cocina y se abre para poder acomodar a los amigos.
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Por lo que se refiere a las habitaciones de la casa, el cuarto principal es el más sencillo.El tono de los muebles y la ropa de cama va del blanco al crema, iluminados únicamente por el contraste cromático del azul de la pared tras el cabecero de la cama. La única licencia decorativa de la estancia son dos lámparas de seda provenientes de Vietnam.
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Resulta curioso el detalle del espejo del baño, situado justo frente a la única ventana. Sujeto por una barra que le permite girar, no obstaculiza la apertura de la ventana ni la ventilación del ambiente. En la iluminación del espacio tampoco faltan objetos reciclados, como la lámpara central, que proviene de un local de Londres. La de la izquierda, en cambio, es un producto de la marca belga Flamant.
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En el segundo baño, la base de hierro fundido de una antigua máquina de coser Singer, junto a una tabla de madera, sirve de apoyo al lavabo.
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