Casa Berger es una bodega que se gana la atención que se le presta. Al margen de la calidad de sus vinos, que es incuestionable, le suma un punto de diseño y gamberrismo a sus botellas que nos encanta. La última generación de esta familia de bodegueros, que vino de Alsacia junto a los Moritz a finales del siglo XIX, ha revolucionado la bodega con un objetivo muy claro: que los jóvenes se vuelvan wine addicts, que disfruten y se enamoren del mundo del vino a través de conceptos simpáticos, con buenos vinos y buen rollo.
Este nuevo enfoque, tremendamente novedoso en el mundillo etnológico, se muestra una vez más en el stand que montaron para la feria Alimentaria, que firma el estudio de Miriam Barrio. Queriendo plasmar el carácter y buen humor de los hermanos Virgili, representa una fábrica clandestina de alcohol donde se ofrecen El Txitxarel·lo, el Bandarra y el Cabronet, buques insignia de la bodega. Un ambiente industrial, irónico y canalla sobre el que resalta un bucólico carrito de helados.
Para representar la fábrica, Miriam Barrio y su equipo utilizaron planchas de hierro para forrar las paredes del stand, y un recorrido de tubos metálicos que se desarrollan entre todo tipo de cachivaches antiguos, que se recuperaron de las propias bodegas Berger.
A un lado de la escena, un camión repleto de cajas a punto para descargar solucionaba las funciones básicas tanto de almacenamiento como a la vez de expositor de producto, siempre un reto a la hora de diseñar un stand.
El carrito de helados, una de las claves del diseño, se diseñó expresamente para la presentación del nuevo vino de Berger, el Sorbet blanco o rosado. Se realizó con una estructura metálica lacada blanca y ruedas de bici. Una serie paneles de PVC sobre los cuales se imprimieron los motivos gráficos forró la estructura.
Para la ocasión también se inventó el Trompímetro, sin lugar a dudas una de las grandes atracciones de esta edición de Alimentaria. Inspirado en un alcoholímetro, mide y valora «a su manera» la cantidad de alcohol que se ha ingerido: contentos, tocados, ‘trompa’… Tal como miden la ingesta de vino las originales botellas de Berger. Se fabricó como una caja de luz gigante, grafiada con divertidas llamadas, un estilo muy propio de la casa.
Fotografía: Maria Pujol
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