El valor de las cosas aflora en los momentos difíciles
Tras firmar el genial Museo Iberé Camargo en Porto Alegre (Brasil), el arquitecto portugués demuestra que, lejos de consumirse, un genio crece con el tiempo.
Álvaro Siza es de los escasos arquitectos capaces de combinar mano de escultor y conciencia social. Su mensaje: ni lo creativo tiene que ser extravagante, ni lo social, duro. Más allá de reconstruir el Chiado lisboeta tras el incendio de 1988 y de levantar edificios en Alemania, Holanda o Corea, ha trabajado mucho en España. El Centro de Arte Gallego o el rectorado de la Universidad de Alicante precedieron a la ampliación del eje Prado-Recoletos en el que trabaja. Tras más de 50 años de profesión, asegura que la arquitectura no debe ser arrogante.
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