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Arquitectura

¿Qué es la Neuroarquitectura? Hablamos con Laura Ortín sobre cómo influye el diseño en nuestras emociones

¿Qué es la Neuroarquitectura? Hablamos con Laura Ortín sobre cómo influye el diseño en nuestras emociones
Lucía Marín

Lucía Marín

29 mayo 2025

La arquitectura no solo debe dar cobijo, sino también sentido. Conversamos con la arquitecta Laura Ortín para conocer cómo esta visión gana forma y fondo, recordándonos que construir también es una forma de cuidar.

En el discurso contemporáneo del diseño, pocas palabras resuenan tanto como bienestar. Hablamos de espacios saludables, sostenibles, amables. Pero ¿qué sucede cuando intentamos entender, desde la ciencia, cómo esos espacios realmente impactan en nuestro cerebro, nuestras emociones y nuestro comportamiento? Ahí es donde entra la neuroarquitectura: una disciplina que, lejos de ser una corriente estética, propone una forma rigurosa y profundamente empática de proyectar. Una mirada que combina evidencia, sensibilidad y diseño para crear entornos que no solo se habitan, sino que cuidan.

Laura Ortín

Para explorar cómo se materializa este enfoque en la práctica, hablamos con la arquitecta Laura Ortín, quien ha hecho de la emoción su principal herramienta de proyecto.

Diseñar desde lo humano

Desde siempre me ha interesado la parte humanista de mi profesión”, nos cuenta Ortín. “Nos diferencia de los ingenieros, por ejemplo. Y cómo equilibrar lo técnico con lo emocional. Siempre he pensado que en nuestra formación académica debería haber sociología, psicología, biología y antropología para realmente hacer arquitecturas que acompañen a los seres vivos y comprendan cómo nos movemos y cómo nos sentimos”.

¿Qué es la Neuroarquitectura? Hablamos con la arquitecta Laura Ortín
El estudio de Laura Ortín, en Murcia

Con ese enfoque, su estudio ha consolidado una metodología propia que parte de una premisa clara: diseñar para provocar emociones concretas. “Identificamos la emoción deseada, estudiamos qué parámetros se necesitan para alcanzarla y buscamos el lenguaje que los represente”, explica. “O dicho de otro modo, buscamos lo que las personas (y resto de seres vivos) necesitan para ser felices y a través de nuestra profesión, la arquitectura, lo logramos”.

La emoción como herramienta de proyecto

En la práctica, esto se traduce en espacios profundamente pensados desde la experiencia sensorial y emocional de quienes los habitan. Un ejemplo concreto es el diseño de su propio estudio en Murcia, donde ha materializado esta visión de manera directa. “Queríamos una oficina que fuera más que un lugar de trabajo. Que nos permitiera concentrarnos, sí, pero también sentirnos en casa, inspirarnos, tener conversaciones sin eco. En definitiva, habitarla”.

En palabras de Ortín: «Nuestro estudio de arquitectura (…) es un santuario donde lo técnico se fusiona con lo emocional, donde cada diseño refleja una exploración sensorial y un compromiso con la sostenibilidad.»

El proyecto combina elementos más comunes en el ámbito doméstico —iluminación natural generosa, materiales nobles, texturas agradables, control acústico— con soluciones funcionales propias de una oficina flexible. El resultado es un lugar que respira calidez, equilibrio y calma.

«Una casa abierta al público, tu estudio de arquitectura en Murcia donde cada rincón cuenta una historia.»

También en proyectos residenciales como Casa OH! o Casa MO, el enfoque parte de la emoción. “Queríamos que MO abrazara, literalmente. Eso nos llevó a evitar ángulos rectos, trabajar con formas curvas, elegir colores que aportaran calma y materiales que evocaran protección. No es solo una cuestión estética. Es diseño al servicio del sistema límbico”.

Contra el placelessness: identidad, pertenencia y memoria

Más allá del espacio privado, Laura Ortín es contundente sobre la responsabilidad del diseño urbano en la salud colectiva. “Una vez que conoces la neuroarquitectura, ya no hay marcha atrás. No puedes ignorar lo que la ciencia demuestra: cómo las ciudades que hemos construido, pensadas para la productividad y los coches, afectan negativamente a nuestro bienestar físico y mental”.

Casa MO, de la arquitecta Laura Ortín, es la reforma integral de un piso en Murcia que reimagina el habitar posconfinamiento con una arquitectura flexible, saludable y sensorial.

Y lo dice con datos: los pacientes se recuperan más rápido si la ventana de su habitación da a un árbol en lugar de a una pared; las personas se orientan mejor en entornos con referencias visuales singulares; y el cortisol —la hormona del estrés— se reduce en espacios verdes, diversos y peatonales.

¿Qué es la Neuroarquitectura? Hablamos con la arquitecta Laura Ortín
En Casa MO, la rigidez del antiguo piso se disuelve en una nueva fluidez espacial: habitaciones intercambiables, recorridos orgánicos y materiales naturales redefinen la vivienda como un ecosistema adaptable y consciente.

Esta evidencia convierte a la neuroarquitectura en una aliada poderosa no solo del bienestar individual, sino de las políticas públicas. “Sabemos qué necesitamos para vivir mejor. Lo que falta es aplicarlo”, insiste. Además, alerta sobre otro fenómeno preocupante: el placelessness, o la pérdida de identidad local. “Estamos construyendo espacios sin alma, todos iguales, que no despiertan nada. Ni pertenencia, ni memoria, ni emoción”.

Decisiones de diseño que nos atraviesan

En su estudio, cada detalle está pensado para activar una sensación concreta. La iluminación natural no solo mejora la productividad, sino que regula los ritmos circadianos y el estado de ánimo. Los materiales elegidos —maderas, cerámicas esmaltadas, yeso blanco— evocan memorias táctiles y visuales que nos conectan con lo conocido, lo seguro.

En Casa OH, el recorrido doméstico se transforma en experiencia: un pasillo curvo en verde aguamarina actúa como espiral sensorial que conecta los espacios con ritmo, sorpresa y continuidad.

Los espacios no se organizan jerárquicamente, sino de forma fluida, como si fueran una casa: hay una cocina abierta, una estantería que funciona como biombo, zonas de paso que también invitan a detenerse. Este tipo de distribución ambigua y sin rigidez favorece la creatividad y la colaboración sin imponerla.

Ortín también destaca el papel de la acústica: “No podemos hablar de bienestar si hay reverberación, ruido constante o ecos. La sobreestimulación sensorial agota, y eso no siempre se ve, pero se siente”.

¿Qué es la Neuroarquitectura? Hablamos con la arquitecta Laura Ortín
Casa OH reinterpreta el imaginario mediterráneo desde una mirada contemporánea: terrazas ampliadas, luz natural, vegetación tropical y materiales refrescantes construyen una atmósfera urbana con alma de verano.

Cada proyecto que firma genera lo que ella llama «microclimas emocionales«. Espacios donde el diseño no se impone, sino que acompaña. Lugares que no solo se habitan, sino que también nos transforman.

Hacia una arquitectura multiespecie y empática

La neuroarquitectura no pretende convertir el diseño en ciencia exacta, pero sí ofrece herramientas para que arquitectos, urbanistas y diseñadores entiendan mejor cómo afecta lo que proyectan. No se trata de “decorar bonito”, sino de crear entornos que mejoren la vida de las personas. Y para Laura Ortín, esa es una forma de compromiso.

Si sabemos que el diseño puede hacernos sentir mejor, ¿cómo no vamos a usarlo para eso?, se pregunta. Una pregunta tan sencilla como urgente. Una que, si el sector se la tomara en serio, podría cambiar radicalmente la forma en la que vivimos nuestras casas, nuestras oficinas… y nuestras ciudades.

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