Una casa en Madrid con un «colchón verde» como eje
En el barrio madrileño de Delicias, Martín Peláez ha reformado una casa-estudio de 60 m² a través de un juego de geometría, color y materialidad. La clave del proyecto: un pasillo verde que une lo doméstico con lo íntimo y convierte un simple recorrido en el corazón emocional y espacial del hogar.
Un concepto que respira verde
Make it wood, make it green! es el nombre del proyecto de reforma de esta vivienda-estudio concebida para una diseñadora gráfica. Situada en el barrio de Delicias, la intervención del estudio Martín Peláez convierte una distribución anticuada en un hogar diseñado a medida.
El concepto nace de una necesidad cotidiana: diferenciar sin aislar. La frontera entre las zonas sociales y las más privadas se convierte en el verdadero eje del proyecto. A través del color y la geometría, el estudio madrileño dibuja esa transición como un espacio autónomo, lleno de intención.
El verde simboliza la naturaleza exterior que penetra en el interior doméstico. Esta elección cromática, lejos de ser decorativa, construye una atmósfera emocional. Así, lo que antes era un simple pasillo, ahora actúa como «colchón verde» visual, físico y simbólico entre la vida y el trabajo.
Distribución abierta y racional
Martín Peláez ha abordado la reforma con una lógica dual: conservar lo esencial y transformar lo necesario. La parte privada, compuesta por dormitorios y baño, se ha mantenido intacta. En cambio, los espacios comunes los ha replanteado por completo.
Cuatro estancias compartimentadas dieron paso a un único espacio diáfano donde conviven cocina, comedor y salón. Esta apertura no solo mejora la luz y la ventilación cruzada, también responde al deseo de la propietaria de habitar un lugar flexible.
Materialidad, geometría y color
La materialidad del proyecto construye una narrativa serena. En las zonas comunes, la madera de roble en dos tonalidades viste los suelos y los muebles a medida, generando continuidad y calidez. Por su parte, la cocina se integra sin ruido en el conjunto. En ella, algunos paneles de vidrio ámbar que formaban parte de las antiguas puertas de la vivienda se han reutilizado en el mobiliario actual, aportando textura y coherencia cromática.
El volumen verde que articula el recorrido introduce un cambio radical. Su pavimento cerámico contrasta con la madera y sus muros están completamente tintados. Dos arcos curvos materializan el acceso a este umbral, enmarcando vistas y creando secuencias visuales dinámicas. Desde el salón, aparecen blancos, casi invisibles. Al cruzarlos, la casa se transforma.
Pequeños apliques redondos se distribuyen con libertad sobre las paredes verdes, reforzando la geometría del conjunto. La iluminación cálida cobra protagonismo en las zonas de uso cotidiano, con lámparas de pie y de mesa que generan atmósferas suaves y envolventes. Por su parte, el mobiliario combina una mezcla de piezas heredadas, nuevas adquisiciones y obras gráficas de la propietaria, componiendo una atmósfera ecléctica, íntima y personal
Ennoblecer los espacios de transición
El verdadero valor de este proyecto reside en el tratamiento dado a los espacios habitualmente ignorados. Martín Peláez eleva el pasillo a la categoría de protagonista espacial. En consecuencia, esta zona de tránsito se transforma en un «colchón verde» que actúa como filtro emocional y visual entre mundos.
La iluminación neutra refuerza esta sensación tranquila y ajena al ritmo de la casa. En cambio, en las zonas comunes la luz se vuelve más cálida e indirecta. Esta alternancia contribuye a establecer jerarquías dentro de una vivienda aparentemente sencilla. Así pues, el estudio ha conseguido convertir el pasillo en un jardín abstracto que separa sin dividir.
Fotografía: Alberto Amores