El nuevo estudio-casa de Isern Serra: líneas puras, materialidad cruda y escala doméstica
En un almacén industrial del barrio de Poblenou, Isern Serra ha creado su estudio-casa. Un espacio que diluye la frontera entre el trabajo y la vida, entre lo funcional y lo emocional. No es una oficina ni una vivienda, sino un entorno híbrido pensado para diseñar, convivir, compartir y quedarse.
Una intervención mínima con vocación esencial
El nuevo estudio de Isern Serra ocupa una nave de 220 m² en planta baja. El espacio conserva su estructura original y, a su entrada, sorprenden los imponentes techos de cinco metros de altura, los muros de carga vistos y una distribución completamente abierta. Desde el inicio, el equipo creativo ha apostado por una intervención mínima que mantuviera el carácter industrial del lugar. Al mismo tiempo, ha introducido elementos que permiten habitarlo de forma cotidiana.
Desde el inicio, el objetivo no fue replicar una oficina tradicional. En cambio, se ha concebido como un lugar donde pudieran diseñar, pensar, recibir, cocinar, descansar o simplemente desconectar. La arquitectura se convierte así en un soporte que no impone, sino que acompaña. Por eso, Isern Serra ha conservado la estructura existente, permitiendo que el espacio fluya sin interrupciones. Además, permite que las funciones se adapten al momento, generando transiciones líquidas entre lo profesional y lo doméstico.
La planta baja: un taller escultural
El interior se estructura en dos alturas que definen usos distintos. En la planta baja, junto a la entrada y la luz natural, se sitúa la zona de trabajo. En ella, dos mesas de microcemento blanco, de cinco metros de largo, articulan el espacio. Estas piezas generan una tensión entre lo escultórico y lo cotidiano. Las formas, llevadas a la síntesis, son puras y precisas. Gracias a unos soportes ocultos, las mesas parecen flotar, aportando ligereza visual pese a su presencia rotunda.
Al fondo, una estantería empotrada está organizada por libros, objetos y materiales que forman parte del día a día del estudio. Entre ellos, también exhibe el prototipo de la butaca Hortensia de Reisinger & Buj Studio, un icono del diseño, nacido de una colaboración entre amigos. De esta forma, el mobiliario y la decoración no solo son funcionales: cada elemento ha sido elegido con intención y con el propósito de inspirar.
Domesticidad integrada en el nivel superior
En el nivel superior, una sutil plataforma elevada marca la transición hacia lo doméstico. Allí se encuentran la cocina, el comedor y una sala de estar.
La gran mesa central, diseñada a medida, está rodeada por diferentes sillas, cada una elegida con intención. Sobre ella, la lámpara Moon de Davide Groppi aporta escala y calidez. Además, la cocina ha sido concebida como un mueble integrado, revestido en nogal oscuro y piedra natural. El resultado expresa un equilibrio sobrio entre estética y funcionalidad, sin estridencias.
En la zona de estar, un sofá a medida en forma de “L” abraza el perímetro curvo de la pared. Lo acompañan una mesa baja de travertino rojo, un sillón vintage y obras de arte cuidadosamente seleccionadas. Todo convive en equilibrio, en una simbiosis de formas mínimas y esculturales que habitan sin ruido.
Lenguaje arquitectónico y materialidad consciente
Todo el proyecto responde a un lenguaje arquitectónico que otorga protagonismo a la materialidad. El uso de microcemento, madera, acero, piedra y estuco genera una base coherente, táctil y sobria. Por otra parte, la pureza de las líneas contrasta con la riqueza de las texturas, reforzando esa sensación de equilibrio. Como resultado, el estudio-casa se habita desde la crudeza y la serenidad, desde lo esencial y lo atemporal.
Además, el equipo ha apostado por una estética contenida. No hay elementos decorativos innecesarios. La belleza surge de la honestidad de los materiales, de la precisión en los detalles y de una composición que prioriza la funcionalidad sin renunciar a la sensibilidad. Así, el conjunto transmite una delicadeza que se apoya en formas escultóricas llevadas a la síntesis.
Un lugar abierto al trabajo y a la ciudad
Más que un espacio de trabajo, el estudio-casa de Isern Serra en Poblenou se convierte en un punto de encuentro abierto a la ciudad. Es un lugar pensado para albergar presentaciones, cenas, exposiciones y eventos vinculados al arte y al diseño. Por ello, permite concentrarse, pero también dialogar, compartir e inspirarse. No se trata únicamente de una oficina: es el reflejo de una forma de entender el habitar y el crear.
A través de la arquitectura, Isern Serra crea las condiciones para que las cosas sucedan. De esta forma, este espacio híbrido demuestra cómo los lugares de trabajo actuales pueden responder a nuevas formas de vida y de creatividad. Especialmente en un barrio como Poblenou, que mantiene su esencia industrial mientras se reinventa constantemente.
Fotografía: Salva López