Una vivienda modernista en Valencia que cose (de manera literal) su interiorismo con la luz
El joven arquitecto Adrián Pérez Cócera ha devuelto el esplendor a esta vivienda modernista en el barrio valenciano de Ruzafa. Casa Ángel recupera su majestuosa ornamentación original para conectarla con la contemporaneidad a través de una instalación lumínica que recorre el espacio.
Una vivienda modernista en Ruzafa
La rehabilitación de Casa Ángel es un homenaje a la arquitectura más auténtica de Ruzafa. Un céntrico barrio de València que todavía atesora su valioso patrimonio residencial marcado por la herencia del modernismo. Sin embargo, el paso del tiempo y las reformas inadecuadas, habían ocultado la esencia de Casa Ángel. Mosaicos hidráulicos, molduras talladas, vigas de madera y un arco escultural aguardaban a la intervención de Adrián Pérez Cócera bajo capas de modificaciones sin criterio.
Hoy, esta vivienda recupera su esplendor gracias a una intervención que respeta su identidad y pone en valor lo preexistente. A partir de la riqueza de ornamentación original del espacio, el proyecto propone una estética minimalista, serena y contemporánea. Sin excesos, con detalles mínimos y una cuidada instalación lumínica que aporta cohesión y continuidad al conjunto.
Rescatar el pasado
El reto de esta rehabilitación no consistía en añadir, sino en depurar. La esencia de Casa Ángel ya estaba presente y solo necesitaba liberarse de elementos innecesarios. Por ello, el joven arquitecto apostó por respetar la memoria del edificio sin forzar contrastes artificiales.
El diseño parte de la herencia arquitectónica de la vivienda. A partir de ahí, se han incorporado nuevas capas de uso y confort que dialogan con lo preexistente. Como resultado, los espacios son más abiertos, los materiales serenos y las soluciones discretas para convivir con los detalles históricos. Así, lo antiguo y lo nuevo coexisten en armonía sin perder su identidad.
Ornamentación reinterpretada
Pérez Cócera ha sabido establecer un equilibrio entre la exuberancia ornamental de esta casa modernista y la serenidad de su intervención. En lugar de competir con las delicadas molduras o los mosaicos hidráulicos, los nuevos elementos se presentan con una sobriedad contenida que realza el valor de lo preexistente.
Un ejemplo de ello es el majestuoso arco original, que ahora enmarca la zona del estudio. Más que una conservación, se trata de una reinterpretación funcional que le otorga un nuevo propósito. Por su parte, las estanterías y bancadas de obra siguen la misma filosofía: con líneas depuradas, se integran en el conjunto sin restar protagonismo a su arquitectura histórica.
La luz como elemento vertebrador
La iluminación es el hilo conductor de Casa Ángel. A la entrada de esta vivienda modernista, sorprende una instalación lumínica que cose literalmente los espacios con luz. Desde la entrada hasta el salón, una lámpara tubular serpentea por el pasillo, la cocina y el comedor. Esta instalación habla de arte y diseño, actuando como metáfora visual del proyecto: un vínculo entre pasado y presente.
Por un lado, las ventanas restauradas permiten que la luz natural bañe el interior, resaltando así su riqueza arquitectónica. Por otro, en las zonas más resguardadas, la iluminación indirecta integrada en cornisas y molduras enfatiza las texturas y volúmenes sin artificios, aportando calidez y profundidad.
Cuando menos es más
El resto del proyecto se rige por la contención. Los materiales elegidos son cálidos y neutros, evitando desvirtuar el conjunto. A su vez, los muebles integrados, las líneas limpias y las soluciones funcionales están cuidadosamente resueltas para generar un equilibrio visual y experiencial.
En este contexto, se presenta el baño. Aquí, la bañera de obra se ha resuelto con el mismo material que el suelo, generando una continuidad visual que diluye los límites del espacio. No hay elementos superfluos; solo una ejecución precisa que permite que la vivienda respire y su historia se exprese con naturalidad.
Fotografía: Alejandro Gómez Vives