Ricardo Bofill: un viaje ecléctico entre La Muralla Roja y el Hotel W
Definir el estilo de Ricardo Bofill resulta difícil si se lo quiere encasillar en uno sólo. El arquitecto catalán ha trabajado en una paleta ecléctica y versátil que no se limita a categorías predefinidas. Repasamos sus mejores obras que dejaron huella en el mapa urbano español.
Herencia arquitectónica
Ricardo Bofill Levi nació en una familia tradicional catalana, hijo de arquitecto español y de madre italiana. La herencia mediterránea lo llevó a crear edificios emblemáticos vinculados a la costa y el estilo marino. Graduado en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Barcelona, Bofill también estudió en Ginebra. Sus obras forman parte del marco arquitectónico contemporáneo de España, pero también se expandieron por todo el mundo, en el resto de Europa, Asia o África.
En 1963 puso en marcha su propio despacho de arquitectura, que sigue vigente hasta hoy, dos años después de su fallecimiento. Desde el Taller de Arquitectura RBTA, Ricardo Bofill sentó las bases de un estilo ecléctico, representando al movimiento posmoderno de la arquitectura contemporánea.
Habitar en comunidad
Sus primeros trabajos fueron en su mayoría viviendas unifamiliares y edificios que combinaban elementos tradicionales de la arquitectura mediterránea, la catalana concretamente, con una interpretación de la arquitectura vernácula tradicional. El enfoque ecléctico de Ricardo Bofill se refleja en la diversidad de estilos que supo abrazar, desde el neorrealismo hasta el postmodernismo, creando una firma arquitectónica única e inconfundible.
Uno de sus primeros proyectos se materializó en Barcelona, Apartamentos Nicaragua. Se trata de un edificio de ocho plantas ubicado en una esquina, con paredes medianeras de ambos lados, lo que representó un desafío poder proporcionar luz y ventilación natural a las habitaciones. El proyecto representa una época en que las posibilidades para la construcción industrializada en España eran muy escasas. Pero logró varios objetivos, como el ladrillo y el hierro, la eliminación de las fachadas clásicas compuestas o la elaboración de espacios adecuados. El edificio ganó el Premio FAD de Arquitectura en 1964.
Barrio Gaudí fue otra de las grandes propuestas de RBTA, siendo además la primera experiencia del estudio para un diseño urbano a gran escala. El encargo consistía en la construcción de un conjunto de viviendas muy económicas destinadas a paliar el déficit de unidades residenciales provocado por las oleadas inmigratorias de los años sesenta en España. Las 500 viviendas subvencionadas se concentran en torres de ocho pisos, comunicadas mediante terrazas que permiten la circulación peatonal entre los diferentes edificios.
El edificio más instagrameable de España
Los setenta fueron la gran explosión de Ricardo Bofill. En esta época diseñó dos de los edificios más emblemáticos de su trayectoria: La Muralla Roja y el Walden 7. Ubicado en Calpe, Alicante, La Muralla Roja es un complejo de apartamentos cuyo diseño hace referencia a la arquitectura popular del Mediterráneo árabe, en particular a las torres de adobe del norte de África. En la actualidad se ha convertido en uno de los edificios más instagrameables de España, además de haber funcionado como set de filmación para la serie El Juego del Calamar.
Sus colores distintivitos fueron los que también hicieron tan famosos a este edificio de la Costa Blanca. Rosas, celestes y lilas en la gama del pastel circunscriben esta fortaleza que marca una silueta vertical siguiendo las curvas de nivel del acantilado rocoso.
Con este edificio, RBTA quería romper la división posrenacentista entre espacios públicos y privados reinterpretando la tradición mediterránea de la Kasbah. El laberinto de esta Kasbah recreada responde a una precisa planta geométrica basada en la tipología de cruz griega con brazos de cinco metros de longitud, agrupados estos de diferente forma, con torres de servicios (cocinas y baños) en su punto de intersección.
Walden 7, el más personal
Otro de los grandes proyectos de Ricardo Bofill es el edificio Walden 7 en Sant Just Desvern, Barcelona. Fue construido en 1975 y tuvo un significado especial en la obra de Bofill, ya que, a través de este proyecto, el arquitecto logró implementar con éxito una vieja ambición, la realización del trabajo de investigación realizado para otros proyectos anteriores del Taller de Arquitectura. El Walden 7 proporciona una solución a los problemas que plantean las ciudades, donde existe una falta de sentido de comunidad, de actividad colectiva, de espacio público puesto a disposición del individuo. El edificio se compone de 446 apartamentos distribuidos en catorce plantas y agrupados en torno a cinco patios. Un complejo sistema de puentes y balcones en diferentes niveles facilita el acceso a las plantas, que presentan diversas lecturas en cuanto a la separación de lo público y lo privado.
Otro de los puntos que también hizo tan especial el Walden 7 para Bofill fue que la sede de su taller estaba justo al lado. La Fábrica es otro edificio emblemático del arquitecto catalán, que funciona hasta hoy como el despacho de su firma y que también fue la casa de Ricardo Bofill. El proyecto se construyó entre 1973 y 1975 en una antigua fábrica de cemento. “Tengo la impresión de vivir en un universo cerrado que me protege del mundo exterior y el día a día. La Fábrica es un lugar de trabajo por excelencia. Aquí la vida transcurre como una secuencia continua, con muy poca diferencia entre el trabajo y el ocio”, confesó Bofill a la hora de definir La Fábrica.
Expandiendo fronteras
Además de España, Ricardo Bofill dejó su huella en varios países del mundo. Francia fue un territorio muy explorado por el arquitecto, con obras como el Hotel Costes K en París, La Place du Nombre d’Or en Montpellier o Les Espaces d’Abraxas en Ville Nouvelle de Marne-la Vallée.
En Marruecos, Bofill se encargó del diseño de la Universidad Politécnica Mohamed VI, mientras que en Tokio construyó el Palacio Aoyama. El Santuario de Meritxell en Andorra es también obra de Bofill, quien dirigió la reconstrucción del recinto tras el incendió que sufrió en los setenta.
En su Barcelona natal dejó su impronta para siempre con la construcción del Hotel W, que ya forma parte del skyline de la Ciudad Condal. El edificio, con forma de vela de barco, fue creado con vocación de convertirse en un hito en el ambicioso plan de renovación urbana de la costa de Barcelona. La forma del edificio es una respuesta directa a la imponente presencia del mar Mediterráneo.