El ático de Aribau que demuestra que el blanco y negro sigue siendo una apuesta segura.
Paredes correderas, armonía en los materiales e iluminación delicada. El arquitecto Jaime Prous firma la reforma de este ático en blanco y negro en el Eixample de Barcelona.
Espacios abiertos y circulaciones fluidas
Este ático de 200 m2 ubicado en el Eixample de Barcelona se presenta como un gran espacio abierto y fluido. El estudio del arquitecto Jaime Prous ha dividido sus generosas dimensiones en dos plantas que albergan salón, comedor, cocina, dormitorios, baños y terraza.
El resultado ha sido una casa flexible y dinámica que ofrece múltiples posibilidades para su uso, estilo de vida y circulaciones. De esta manera, se ha proyectado un original juego de puertas correderas que se esconden dentro del mobiliario. Estas funcionan como paredes que aparecen y desaparecen para transformar por completo la percepción del espacio según las necesidades de cada momento.
Este juego, casi de ilusiones ópticas, se potencia a través del uso de la chapa con espejo en el revestimiento de estas puertas. De esta forma, se genera un espacio infinito en el que cada uno de los reflejos está repleto de diferentes matices.
Los muebles articulan la vivienda
El programa funcional de la vivienda se articula a través de diferentes muebles que delimitan los espacios. Un buen ejemplo de ello es la imponente estantería negra que viste la pared de la entrada mientras dota de privacidad al comedor.
Frente a ella, sorprende una estructura exenta. Una columna en color verde penicilina que aparece como protagonista del espacio. El interiorismo del comedor se finaliza con icónicas piezas del diseño. La lámpara de suspensión Tekiò Horizontal de Santa & Cole; la mesa Long Island de Rimadesio; y las clásicas CH24 Wishbone en negro, de Carl Hansen & Son.
Iluminación tenue y delicada
Jaime Prous ha cuidado hasta el último detalle de la iluminación de este ático. Para ello, la luz se ha tratado desde una perspectiva muy japonesa. Desde la delicada celosía que introduce la luz de la terraza, hasta los materiales elegidos para el interiorismo que aumentan la luminosidad a través de su juego de infinitos reflejos.
Además, este proyecto se ha iluminado de la mano de grandes del diseño. A la lámpara de Santa & Cole del comedor le acompañan la luminaria Mercer diseñada por Joan Gaspar para Marset ubicada en el recibidor, y la icónica Stylos de Flos en el salón.
La materialidad en su mínima expresión
En este caso, la apuesta ha sido clara. Todo al blanco y negro. Este concepto se ha reforzado reduciendo la materialidad a su mínima expresión. De esta forma, la vivienda aparece como una gran caja blanca, mate y reflejante, armónica en su conjunto. Por su parte, la madera de roble y abedul del suelo y el mobiliario se ha tintado de negro. En la cocina se ha introducido el uso del acero inoxidable, pulido o arenado, que enfatiza su esencia industrial en combinación con el negro.
Fotografía: José Hevia