De antigua clínica dental a original casa-patio en Vitoria.
En esta reforma, las arquitectas Sara Elizagarate y Oihane Eguren han querido huir de lo convencional. El resultado es una casa-patio funcional, atípica y muy luminosa que mira al exterior.
Mirada al exterior
En una antigua clínica dental ubicada en el centro de Vitoria, Sara Elizagarate y Oihane Eguren han conseguido sacar el máximo partido hasta convertir el espacio en una casa-patio para una pareja. 75 m2 distribuidos en una planta rectangular con un pasillo infinito y muchas particiones propias de cualquier clínica.
De esta forma, el principal reto al que se enfrentaron las arquitectas fue generar una atmósfera amable y acogedora que albergara todas las estancias del hogar. Para ello, eliminaron los tabiques hasta dar con un espacio diáfano y repleto de luz.
La luminosidad y la conexión con el exterior se potenció a través de la terraza, ya que plantearon una vivienda que mirara hacia ese patio. Así, las zonas comunes se transformaron en una extensión del exterior, mientras que la otra mitad de la casa se destinó a la área de noche y las estancias más privadas, como los dos dormitorios y los dos baños.
El mueble central articula la vivienda
Debido a las pequeñas dimensiones de la vivienda, el mayor objetivo fue crear transiciones fluidas y un recorrido práctico e intuitivo. Para ello, se ha diseñado a medida un gran mueble central de madera que delimita los espacios mientras articula la vivienda.
Este polivalente mueble ofrece múltiples funciones: separador, armario, perchero, estantería y, además, es el acceso al baño mediante una puerta oculta.
La cocina sigue el lenguaje estético del mueble central. Al estar abierta al salón, era imprescindible que se convirtiera también en un núcleo de la casa. Su tono verde lavado capta todas las miradas combinando diseño y practicidad.
Un toque de color
Los materiales elegidos debían potenciar ese carácter diáfano y armonioso de la vivienda. Por ello, el suelo se ha vestido con un microcemento gris que proporciona espacialidad y amplitud. Las paredes y techos pintados de blanco son el lienzo perfecto para introducir sutiles elementos en negro en forma de mobiliario y accesorios decorativos.
La calidez de la madera de haya contrasta con el aspecto frío del suelo y las paredes. Mientras que la paleta de colores se ha empleado para jugar hasta establecer un discurso estético atípico y funcional. La explosión de color la dan los textiles, la vegetación, el mobiliario y, por supuesto, esa cocina en verde que es todo un icono de la vivienda.
Fotografía: Biderbost Photo