Paredes azules, suelos hidráulicos y mucho arte en este piso de 60m2 en Glòries.
Las piezas de arte expuestas sobre paredes azules protagonizan este pequeño apartamento de 60 m2, situado en un edificio de principios del siglo XX en la zona de Glòries, Barcelona. Los suelos hidráulicos -antiguos y nuevos- y la carpintería original de madera potencian la acertada reforma de la arquitecta suiza Sandy Brunner, junto con María Puebla.
La casa azul
La vivienda, en Barcelona, presentaba la clásica distribución de la época, muy compartimentada. Sus múltiples habitaciones eran pequeñas y muy oscuras. El reto para la arquitecta suiza Sandy Brunner ha sido, por consiguiente, transformar estos diminutos espacios en ambientes amplios, cómodos y luminosos. También debía mantener la esencia original y el encanto del piso, y a a la vez rentabilizar al máximo cada metro disponible.
Lo primero que se hizo fue derribar todos los tabiques interiores. A partir de ahí, se diseñó un mobiliario con doble función. Además de almacenar, también tenía que servir como elemento organizador del espacio.
Las numerosas piezas de arte y el color azul bebé son los grandes protagonistas. Sin olvidar los pavimentos hidráulicos, la otra estrella de la vivienda. Los rastros de la antigua distribución han dejado vestigios en forma de huellas en el revestimiento del suelo. Diferentes franjas del nuevo mosaico dialogan con las baldosas antiguas.
En cuanto a la paleta cromática, que combina azul, blanco, amarillo y gris, está inspirada en los colores originales que se encontraron en las paredes. Se han preservado tímidos rastros en algunas áreas.
La decoración aún no está decidida. Solo algunas piezas de diseño, como la silla Rocking Chair de los Eames que edita Vitra. En realidad, en el apartamento, casi transformado en una galería, se ha dado prioridad a las obras de arte. Son esculturas de casas de madera, pinturas y fotografías del artista venezolano Fernando Adam, que vive y trabaja en Barcelona.
Un volumen cúbico sirve como elemento distribuidor
La estrechez de la planta original se ha resuelto de una forma muy acertada. El proyecto ha incorporado, justo en la zona de entrada de la vivienda, una pieza compacta en forma de cubo. Este volumen aloja el cuarto de baño, parte de la cocina, una zona de trabajo, el lavadero y espacio de almacenamiento. Unas escaleras llevan hasta el techo del cubo transformado en un mirador. Desde allí, se divisa una visual limpia de todo el apartamento completo.
Los armarios altos de la cocina forman ya parte del cubo. Sus escaleras, tipo barco, conducen al altillo, que es una atalaya en la que jugar o refugiarse. En lo alto se distingue el Eames Elephant, de Vitra.
Distintos azulejos sueltos recuerdan las huellas del precioso suelo hidráulico original de principios del s XX que se encontraba en la vivienda.
En los dormitorios, armarios que no llegan al techo aportan amplitud
Para la zona de noche y dormitorios, se diseñaron armarios que sirven a la vez para delimitar los espacios. Están pensados de manera que no lleguen al techo, aportando amplitud y relación visual entre ambientes. Para optimizar los metros en las habitaciones, sus puertas se han colocado en el pasillo, reinterpretando un espacio corredor y convirtiéndolo, al tiempo, en una práctica zona de vestidor.
Toda la carpintería original de madera del piso ha podido ser recuperada y restaurada.
Fotografía: Marcela Grassi