Izaskun Chinchilla y su Ciudad de los Sueños. Una ‘hortensia’ gigante crece en Nueva York.
La propuesta de Chinchilla se llama Organic Growth (crecimiento orgánico) y podrá disfrutarse durante este verano en Governors Island junto con la del otro ganador: el pabellón Billion Oyster del estudio neoyorkino BanG.
¿Y cómo es la ciudad de los sueños de esta arquitecta y profesora de la Bartlett School of Architecture de la University College of London? En la forma, es un entramado de paraguas, ruedas de bicicletas, taburetes y trípodes que, en conjunto, forman una cubierta de diversas formas y colores, con una superficie de más de noventa metros cuadrados y una altura de casi cinco metros.
En el contenido es un manifiesto sobre la necesidad de aprender de la naturaleza para sobrevivir en el futuro. Chinchilla y sus colaboradores (Alejandro Espallargas, Adriana Cabello, Alfonso Aracil, Roberto Marín, Sally Hart, Antonio Abellán, Javier Esquivas, José Carrasco, y los estudiantes José Luis Fernández, Marcos Antón y María Bernardo) consideran que la arquitectura tiene que aprender a adaptarse a presupuestos inciertos, los requisitos de los cambios sociales y las dinámicas ecológicas del mismo modo que la naturaleza se adapta a las circunstancias climáticas o de otra índole.
La idea, pues, se sostiene en la filosofía de un crecimiento orgánico de las ciudades: mantener ideas flexibles que se puedan adaptar a las necesidades reales. Para ello han estudiado las estructuras naturales que pueden crecer hacia arriba y abajo para adaptarse al contexto y las circunstancias del tiempo. En concreto una especie de hortensias, la Hydrangea macrophylla, que se caracterizan por sus flores grandes y redondas en forma de cúpulas.
El número de flores de Hydrangea macrophylla que pueden encontrarse en una planta depende de la edad, orientación, humedad, luz o calidad de la tierra, entre otros. La planta crece manteniendo un buen equilibrio con el ambiente. “¿No debería la ‘ciudad de los sueños’ hacer lo mismo?”, se pregunta Chinchilla, cuyo proyecto de investigación personal sigue la misma corriente: Social and Aesthetic Repercussions of technical topics and solutions which take ecology into account.
De cara a materializar el proyecto lo lógico era reciclar piezas y materiales ya usados. Y con una particularidad: después de la exhibición, el pabellón podrá desmontarse y las piezas podrán ser destinadas a otros usos. “Creemos que reutilizar elementos aislados es mucho más viable que reutilizar el pabellón al completo. Por eso nuestro diseño está formado por unidades más pequeñas autoportantes”, explican desde su estudio.
Así pues las ramas compuestas por varios paraguas y trípodes, así como los taburetes podrán ser reutilizados como protecciones del sol, el viento y la lluvia en ventanas, terrazas y espacios exteriores. Los elementos más grandes también pueden ser lámparas de araña interiores. El estudio piensa que en destinos como centros comunitarios u ONGs.
Por cierto, lo de otorgar dos premios es la primera vez que ocurre, lo que ha disparado el presupuesto de la organización. Esto les ha llevado a abrir una cuenta para recibir donaciones que ayuden a mantener los dos proyectos.
Fotografías: Sergio Reyes