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Arantza Álvarez
7 mayo 2013

Una inmaterial fachada de ondas rodea al pabellón de fabricación circular que SANAA ha diseñado para Vitra.

SANAA, el estudio de arquitectura japonés fundado por Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa, han sido los encargados de diseñar el nuevo pabellón de producción del campus empresarial de Vitra en Weil am Rhein.

© Vitra. Photographer: Julien Lanoo

El desencadenante del proyecto fue el deseo de Vitra de sustituir el antiguo pabellón de producción que había sobrevivido con escasos daños al gran incendio de 1981 (suceso que motivó la reconstrucción del campus por parte de los arquitectos más destacados del mundo, como Frank Gehry, Zaha Hadid, Alvaro Siza o Herzog & de Meuron).

El programa propuesto por la dirección de la empresa a los arquitectos consideraba dividir la superficie del pabellón en cuatro áreas separadas, que  pudieran operarse al máximo de forma independiente unas de otras, pero que en caso necesario también garantizaran un proceso industrial óptimo como superficie  total. Tras un análisis más exhaustivo de esta idea, SANAA decidió erigir un edificio único circular. Esta propuesta, que en un principio parecía insólita, partía de la  consideración de que hoy en día la logística y la producción ya no se llevan a cabo de una forma rígida y jerárquica, sino que requieren flexibilidad.

© Vitra. Photographer: Julien Lanoo

Con una superficie de 20.000 metros cuadrados y diámetro de más de 160 metros, el pabellón circular, aunque no del todo redondo, es el edificio más grande de Vitra Campus en términos de extensión. El edificio de 11,4 metros de altura se construyó en dos fases para que la producción en los terrenos de la empresa se viera afectada lo menos posible.

© SANAA

El reto de los arquitectos era ahora armonizar los complejos requisitos técnicos de los servicios del edificio. Esto se consiguió de una forma sorprendentemente precisa y dio lugar a un espacio interior que no se entendió como un espacio multifuncional, flexible y aprovechable dentro de la cubierta de la fachada, sino como un aspecto arquitectónico central. La atmósfera de trabajo del pabellón es muy agradable, a lo que contribuye la excelente iluminación que está garantizada por el ritmo constante de las hileras de lucernarios paralelas del techo. A ellas se suman ventanas aisladas ubicadas en la parte superior de la fachada.

© Vitra. Photographer: Christian Richters

© Vitra. Photographer: Christian Richters

© Vitra. Photographer: Nicole Berganski

El diseño de la fachada supuso un gran reto, pues está superpuesta a la cara exterior y rodea todo el volumen. Para su construcción se emplearon elementos de cristal acrílico ondulado de la altura del mismo edificio. Estos se componen de una capa exterior transparente e incolora y una capa interior blanca opaca. Como ningún fabricante podía procesar elementos de este tamaño, hubo que construir hornos especiales.

© SANAA

La principal preocupación de los arquitectos era evitar una iteración obvia. Por ello se desarrollaron tres elementos distintos con una sucesión irregular de ondas más estrechas o más anchas.

© Vitra. Photographer: Julien Lanoo

Además, como los paneles colgados de manera invisible se podían instalar girados en 180 grados se consiguieron seis tipos distintos en la sucesión. El objetivo de la disposición era evitar un patrón evidente y la perfecta armonización con las aberturas de la fachada (ventanas, muelles de carga, puertas).

© Vitra. Photographer: Julien Lanoo

© Vitra. Photographer: Julien Lanoo

Vista de lejos, la fachada parece homogénea gracias al color blanco y a su brillo casi surrealista, pero a medida que uno se acerca gana en vitalidad y profundidad. Además, como solo se puede apreciar una parte del volumen completo, desde fuera el edificio parece mucho más pequeño de lo que en realidad es.

© SANAA

Se incorpora una impresión de ligereza y transparencia, puesto que en ninguna parte se puede ver realmente el pabellón completo. El edificio permanece enigmático y apenas revela nada sobre su función.

© Vitra. Photographer: Julien Lanoo

Desde el exterior tampoco se aprecia que la planta no es un círculo perfecto, ni siquiera se puede entrever, aunque quizá se lo intuya.

© Vitra. Photographer: Julien Lanoo

De la misma forma en que SANAA evita las simetrías clásicas en muchos de sus edificios, también opera una y otra vez con figuras geométricas algo distorsionadas. A la vista de este proyecto para Vitra, Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa también dejan entrever, en parte, la viveza del dibujo a mano alzada, que para ellos siempre está al principio de todo proceso de diseño para el traspaso de la realidad al ordenador. Y para constatarlo afirman: «My impression is that the circle, the perfect circle is a bit too rigid».

© SANAA

 


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