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Mariola Montosa
20 febrero 2013

House of Silence en Japón; dramáticos interiores que se aíslan del exterior.

Hay viviendas que buscan integrarse completamente con el paisaje, y otras, como la House of Silence, que buscan precisamente lo contrario: romper con el entorno. Diseñada por el arquitecto japonés Kouichi Kimura, destaca en el vecindario por sus volúmenes geométricos, los materiales toscos empleados y el silencio que forman los grandes espacios interiores. Como si de un monasterio moderno se tratase.

Kimura es el primero en utilizar este símil. “Esta casa permite ir pasando por varias estancias, como ocurre en los claustros”, ha dicho. Y no duda en comparar con un campanario el volumen más alto de la vivienda, situada en la prefectura de Shiga.

La vivienda se aísla del exterior con gruesos muros de cemento sin apenas ventanas. La vida, al igual que en un convento, discurre de puertas adentro y goza de uma gran variedad de espacios y rincones “que nunca te imaginarias desde fuera”, añade.

La casa, de 394 metros cuadrados, de distribuye en dos plantas. Ambas están segmentadas en espacios de diferentes alturas y niveles en el suelo, creando volúmenes solapados y paredes que sobresalen.

Esta discontinuidad de líneas ensancha ópticamente las estancias y proporciona más profundidad de la que realmente tienen, creando con ello grandes espacios que se vuelven dramáticos.

A este juego óptico también contribuye la distribución de la luz natural. La residencia puede que no tenga ventanas exteriores, pero cuenta con un patio interior que inyecta luz en toda la casa a través de los ventanales internos.

Esta luz, a su vez, se redistribuye por toda la casa aprovechando las diferentes alturas del interior. El salón, con una especie de falsa claraboya en el también falso techo, es uno de los espacios donde más podemos apreciarlo.

Estructuras de hormigón, acabados de cemento pulido y superficies brillantes de azulejos son los principales materiales empleados, aumentado con ello el dramatismo del lugar.

Algunas de las piezas del mobiliario están hechas con estos mismos materiales, lo que proporciona un tercer efecto: algunas superficies parecen surgir de las propias paredes, como ocurre con la mesa de cemento y la encimera del salón.

El mobiliario, de todos modos, es mínimo, lo que también agranda la sensación de espacio. Un espacio que, siguiendo el nombre de la casa, al final crea silencio.

El dramatismo aumenta en el patio interior. Atrapado entre los altos muros y la dureza de los materiales, da la sensación, según como se mire, de estar en una celda de confinamiento.

Y si dentro los muebles salen de las paredes, en el patio ocurre lo contrario: se aprovechan los huecos horizontales para convertirlos en asientos encajados. También la superficie que rodea el perímetro del patio sirve de improvisado asiento.

Fotografías: Takumi Ota Kei Nakajima

 

 

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