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martacarrera
14 marzo 2012

Le Loft des Innocents, un pequeño ático que renace con vistas de 360º sobre París.

Parece contradictorio, pero un desafortunado incendio dio como resultado este loft parisino. Un espacio abierto, cálido y acogedor que se transforma en un lugar misterioso y sensual cuando cae el sol por detrás de la Tour Eiffel. Bautizado como Le Loft des Innocents, se trata de un proyecto rico en emociones firmado por Fréderic Flanquart, que fusiona complejidad, simplicidad y ligereza. Un decorado de ensueño con vistas de 360o sobre París que se ha conseguido tras 18 meses de meticuloso trabajo.
Cuando las llamas arrasaron el inmueble una fatídica noche de septiembre del 2009, empezó a gestarse el loft de los inocentes. Todo un desafío para el estudio de interiorismo de Fréderic Flanquart, ya que el cliente deseaba algo completamente nuevo, ambicioso y creativo que le permitiera pasar página y empezar de cero tras diez años de habitar en él.

Se concibió un espacio libre de toda armadura, tomando como únicos puntos de referencia las escaleras medio carbonizadas que llevan a la planta inferior, las vigas de madera del techo y las extraordinarias vistas a la ciudad de las luces.

El proyecto mima hasta el mínimo detalle. Todos los cm2 han sido medidos meticulosamente para diseñar un espacio abierto y cálido, combinando el máximo de almacenamiento posible y permitiendo, a la vez, una movilidad confortable. Más no significa menos en Le Loft des Innocents.

Se ha conseguido un interior tranquilo, como un oasis a plena luz del día, pero con la capacidad de transformarse en un rincón mágico al anochecer.

Un espacio exquisito donde la luz se filtra para dibujar los contornos, convirtiéndose gracias al azar de la geometría, en un juego de líneas que pone de relieve cada detalle.

El loft de los inocentes es sobre todo un proyecto emocional. Un sueño que ha hecho posible olvidar ese fatídico accidente que se llevó diez años de existencia. La historia vuelve a escribirse de nuevo.

Imágenes cedidas por Ludo Martin y Pascal Otlinghaus

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