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Vivir y trabajar en un piso catalogado del Raval.

La casa fue construida en 1870 por el arquitecto modernista Josep Pujol i Brull. Ahora, el interiorista Agustí Costa la ha rehabilitado como vivienda-taller para una artista plástica, que no ha dudado en mezclar de modo desinhibido las estancias de vivir con las de trabajar.

Situada en la última planta de un antiguo piso de la calle del Carme, en pleno Raval barcelonés, la vivienda estaba catalogada y tenía detalles antiguos que interesaron desde el principio a la actual propietaria: vidrieras en los cristales, barandas de piedra esculpidas, balcones de forja, techos con molduras, puertas de madera tallada y suelos hidráulicos. Aunque el estado de conservación era catastrófico, el proyecto de rehabilitación parecía el sueño de cualquier interiorista.


Tras acondicionar el piso con algunas reparaciones básicas (grietas estructurales, vigas en mal estado, humedades, pavimentos rotos y sustituidos por gres, carpinterías podridas o instalaciones obsoletas), el interiorista Agustí Costa redistribuyó el espacio guiado por el deseo de la propietaria de destinar los espacios con más luz a las zonas de dibujo y taller. Así, se definieron dos zonas de trabajo, una en cada fachada, y se destinó la parte central de la vivienda, más oscura, a cocina, comedor, salón, dormitorio y baño. El proyecto de reforma debía aportar luminosidad e interacción visual al espacio, y para ello la propietaria estaba dispuesta a asumir riesgos en la distribución.


La vivienda es un último piso bien iluminado de 131 m2 distribuidos en una planta longitudinal de 35 m de largo. Como la mayoría de pisos antiguos de la época, un largo pasillo recorre la vivienda, cuya planta suele quedar estrangulada entre patios interiores. Para unificar todo el piso como un único espacio, se han suprimido los tabiques innecesarios, incluso puertas y marcos. Ahora, el pasillo y la sensación de estrechez han desaparecido. Cada una de las estancias ha pasado a tener una anchura máxima y los espacios se entremezclan creándose zonas de uso ambiguo.


El criterio estético que se ha seguido ha sido el de plantear un diálogo vivo entre lo antiguo y lo nuevo. El mobiliario funcional de la cocina y el taller se ha hecho a medida para aprovechar mejor los espacios residuales. A este mobiliario diseñado para la ocasión, se han añadido algunas piezas icónicas de Saarinen, Jacobsen, Aalto o Le Corbusier. El resultado, un piso contemporáneo en el que conviven indistintamente lo nuevo y lo viejo, la vida y el trabajo.


Fotografías de David Cardelús www.davidcardelus.com
Más información sobre Agustí Costa en www.agusticosta.com

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