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Arantza Álvarez
26 octubre 2016

El sueño de una noche de primavera.

Al igual que Shakespeare, Jaime Prous Architects utilizó el recurso del sueño para transformar el taller de la empresa de Alumilux & Metall-lux en un mágico espacio de encuentro en Banyoles. Esta joven empresa de soluciones arquitectónicas de aluminio, acero y vidrio, decidió el pasado mes de junio abrir por primera vez sus instalaciones al público celebrando el encuentro Somni d´una nit de primavera entre 200 arquitectos destacados de Cataluña.
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A lo largo de toda la tarde diversos acontecimientos fueron sucediéndose en la fría nave industrial que acogió el evento. Como un relato poético, la instalación se fue presentando poco a poco. Primero fue una intensa lluvia de cables de acero, de repente, cuando todo estaba calmado, la lluvia cesó y dio paso a una nube de aluminio: el Somni (sueño en catalán) por fin había llegado.
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A las siete de la tarde se presenta a Somni al público. Durante estas primeras horas, Somni fue tímido y discreto; no sabía como expresarse. Se refugiaba en esa imagen fría y dura que el aluminio y el acero transmiten.

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Sin embargo su belleza no tiene parangón, la luz, proyectó en él un divertido juego de reflejos y sombras. El leve suspiro del viento generó un tintineo que lamaba aún más la atención de los asistentes. Somni despertaba.

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A las nueve de la noche, con el atardecer, la intensidad de la luz natural fue descendiendo y dejó paso a un rojo intenso, el cual manifiestaba los últimos suspiros del sol antes de desaparecer y permitir que llegara la noche. Somni, por el contrario fue despertando y perdiendo esa timidez que caracterizaba sus primeros momentos.

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El aluminio, opaco, frío e impenetrable fue mostrando su vulnerabilidad con un leve destello luminoso que nacía de su interior. Esa escultura silenciosa que jugaba con los reflejos y las sombras había quedado atrás. En este momento, es su propia intensidad, su propia alma fue apareciendo desde su interior.
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A las doce de una noche de primavera Somni había despertado, había perdido todo rasgo de timidez. Ya no quedaba nada de esa imagen estática inicial. Somni era pura luz, una luz fuerte e intensa que se mezclaba con los espectadores, que bailaba y se divertía con ellos. Somni no podría estar más vivo, los gélidos reflejos en una nave industrial habían sido sustituidos por una luz mágica que inundaba y envolvía el espacio como si el propio aire tuviera densidad.

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A pesar de esto, y del mismo modo que sucede con los últimos rayos de sol,  Somni también se despidió: había nacido y había vivido. Llegó el momento de desaparecer hasta otro año, como el Cometa que periódicamente se deja ver sobre nuestro firmamento.

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www.jprousarchitects.com

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