Sergio Rojo recupera con maestría y contemporaneidad el Albergue Santiago Apóstol de Logroño.

Esta peculiar sucesión de avatares históricos, unidos a su privilegiada situación, posibilitaron que el hoy Albergue Santiago Apóstol catalizara una intensa red de vínculos urbanos con su entorno próximo, y que tienen su reflejo directo en la trama urbana de la zona.

El edificio posee espacios de altura generosa y grandes luces sin pilares. Para revalorizar estas características, Rojo ha mantenido las vigas de madera de la estructura original que han sobrevivido al paso del tiempo, pero ha utilizado nuevas cerchas del mismo material para soportar el peso de la cubierta.

En la planta inferior -a la que se accede a través de la fachada restaurada- se sitúan las dependencias comunes del albergue, como son la administración, la cocina, el almacén, el bar y el gran comedor, en el que el rojo de sus luminarias y del mobiliario pone una nota de color frente al blanco dominante.

En esta planta también se encuentran dos dormitorios comunitarios con sus respectivos baños y uno doble, aunque la mayor parte de las dependencias de descanso se encuentran en el piso superior.

El dormitorio común principal ocupa el gran espacio a doble altura de la segunda planta. Para que su singular estructura de madera se pueda apreciar, se han dispuesto en el centro los baños, pero levantando sus muros una sola altura.

Atravesando este espacio, un patio interior con cerramiento de vidrio conduce la luz natural proveniente de una perforación de la cubierta a la planta baja.

En esta planta se encuentra también el área de lavandería y tres habitaciones dobles con sus respectivos baños privados.

Para Sergio Rojo arquitectura y trama urbana forman un binomio indisoluble y opina que si se promueve la rehabilitación de edificios singulares, no hay que desdeñar ni perder las singularidades del espacio público que los contienen.

De esta manera, la  monumental fuerza que tiene en este punto el Camino, ampliará la red de vínculos urbanos del nuevo albergue, relacionándolo con otros hitos jacobeos, y asentando y consolidando su uso de manera imperecedera en el tiempo, alejando así definitivamente la rotación aleatoria de inquilinos que dificultó su preservación.

Fotos: © José Manuel Cutillas