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Aesop vuelve a sorprender con una botica de cartón y corcho en su primera tienda en San Francisco.

Dennis Paphitis, fundador de Aesop, suele decir que el interés de los clientes por una tienda va unido a lo cautivador que sea el local. Su segundo mantra es que deben conectar con el lugar donde estén ubicadas. Es por ello que la llegada de la firma de cosmética a Fillmore Street no ha vuelto a dejar indiferente a nadie. El ambiente multicultural que se respira en esta vibrante calle de San Francisco llega hasta al interior en un espacio marcado por cajas de cartón recicladas y corcho.

La idea va más allá incluso al querer desplazarse en el tiempo. Nadaaa, el estudio encargado del proyecto, se ha inspirado en las boticas de antaño para exponer los productos de esta firma australiana dedicada al cuidado del cabello y el cuerpo. Si antaño, botes y tubos se apilaban desordenadamente en viejos estantes, ahora lo hacen en cajas de cartón apiladas en forma de una original estantería que ocupa toda la pared.

Y ya está, porque el resto del mobiliario es un mostrador con dos pilas empotrado en la estantería y una mesa enfrente que puede moverse de sitio. No hace falta más, opina el fundador de la marca, el cual se define a sí mismo como un “creativo provocador” y suele dar carta blanca a los diseñadores que contrata.

En este caso tampoco se podía hacer mucho más. Las reducidas dimensiones del local obligaban a limitar la estantería a una sola pared y a dejar el resto limpio de elementos para no saturar el espacio. Las cajas, por su parte, se adaptan a las dimensiones del producto y al modo de presentación que se sigue en todos los establecimientos de la marca; la única característica que comparten, por cierto, pues no hay dos tiendas de Aesop iguales.

La pared de enfrente y el techo están recubierto de corcho, un material que contrarresta la textura del cartón y sirve de aislante, amén de ser uno de los materiales preferidos de este antiguo peluquero. “Tiene un alto impacto visual y es bien recibido”, ha dicho Paphitis, quien también quiso recurrir a este material en su establecimiento de Zurich.

Por otra parte, un suelo de masonite resuelve la transición del cartón al corcho.

Más sobre Aesop

Paphitis, que empezó elaborando aceites capilares para eliminar el olor a amoniaco del tinte y terminó creando un pequeño imperio cosmético, siempre ha considerado importante vender sus productos en establecimientos propios. Para él, la iluminación, la temperatura, la música o los aromas tienen un efecto muy profundo en el producto. Los complementan, ha dicho.

Pero al mismo tiempo, siempre le ha “horrorizado” que sus tiendas se convirtieran en una “cadena sin alma”. Por ello, desde que abrió la primera en Melbourne hace poco más de una década, siempre ha buscado que cada una tenga su propia identidad. De entre sus más de sesenta locales repartidos por Europa, Asia y EEUU destacan el de Singapur, donde cáscaras de coco cuelgan del techo, o el de Nueva York, donde los productos se exhiben en un quiosco de pilas de periódicos.

Suele recurrir a firmas locales para cada trabajo, pero su colaboración con ellos sí es a largo plazo cuando hay buena química. Es lo que ha ocurrido con Nadaaa, a quien ya le ha encargado otros tres proyectos en EEUU y de quien ha dicho que son “posiblemente el estudio más profesional y sofisticado con el que hemos trabajado”. Quedamos a la espera.

Fotografías: Nadaaa
 
Aesop Fillmore Street
2454 Fillmore Street
San Francisco
www.aesop.com

 

 

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