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Arantza Álvarez
28 noviembre 2012

Fernando Menis Arquitectos conecta el casco histórico de Adeje con el Barranco del Infierno, en Tenerife.

El prestigioso estudio de arquitectura tinerfeño es el autor de esta intervención que se localiza en el municipio de Adeje (Tenerife), en una parcela de accidentada topografía al borde del Barranco del Infierno. En el proyecto se genera un espacio para nuevas dependencias municipales bajo el escenario de la nueva Plaza de España.

El proyecto de Fernando Menis Arquitectos ha sido el ganador de dos premios WAF (World Architecture Festival) en las categorías de New and OldDirector’s Award.

El objetivo del proyecto ha sido convertir al paisaje en un modelo, pero no para imitar, sino para ser observado. La arquitectura se convierte en un medio para aproximar a la gente al medio natural en que un día estaban arraigados.

La actuación abarca dos elementos bien diferenciados: por un lado el edificio del nuevo Museo Sacro de Adeje, y por otro la remodelación y ampliación de la Plaza del España. Ambas piezas, cuyo programa es importante y necesario para el pueblo, se encuentran en el casco antiguo, que tiene mucha importancia para el desarrollo del municipio, ya que allí, junto al Ayuntamiento, se encuentran los edificios de la Iglesia y el Convento, y este conjunto agrupa la mayor actividad de la vida de la ciudad.

La propuesta quiere hacer de este lugar un punto de unión con la naturaleza, y para que este entorno funcione como un lugar de gran actividad, los edificios y topografías propuestos deberán ser construcciones de gran potencial atractor, tanto para la ciudadanía como para los visitantes. En el diseño se pretenden introducir los valores que ya existen y hacerlos más presentes, potenciarlos. Poner en valor una atracción turística y cultural que ya existe, abogando por un turismo de calidad que potencie el crecimiento económico a través de otro tipo de actividades alternativas a las ofrecidas en la costa.

El volumen planteado sectoriza la Plaza de España creando una plaza íntima, más cercana al tejido urbano y otra abierta, volcada al paisaje como un auditorio natural.

La primera, concebida para dar servicio a la ciudad en su uso diario, está enmarcada por la parte superior del edificio donde se sitúa la cafetería. Este volumen de hormigón blanco asoma en la plaza y se integra en el conjunto de la Iglesia y el Ayuntamiento, a través del color y una geometría contenida, perteneciente al mundo exterior. La ubicación y diseño de la pieza ha querido enmarcar la trama existente, respetando en lo posible su configuración histórica.

Por otro lado, toda la superficie de la plaza abierta queda libre y con una clara relación visual y funcional con el barranco. Aúna la función de plaza como lugar de reunión, para ver y ser visto -como en el ágora griega- y de teatro al aire libre con el paisaje de fondo de escena. Se acerca así el pueblo de Adeje al barranco: su mar. Un mar al que siempre ha permanecido cerrado.

Los espacios de exposición del museo sacro pertenecen a un mundo telúrico donde la luz cenital a través de un recorrido serpenteante da rienda suelta a las sensaciones. Recorridos con una reminiscencia cavernaria evocando una mezcla entre un lugar sacro y museístico, curiosamente, ambos, para encontrarse a uno mismo, o por qué no, para perderse.

Hormigón visto, hormigón pulido y piedra basáltica son los materiales utilizados en esta intervención.

 

 

Fotografías: Simona Rota

 

 

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