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Casa G+P en Les Borges Blanques, la casa que cambia según las necesidades de sus propietarios.

Situada en Les Borges Blanques, Lleida, esta vivienda esconde desde su sobria fachada, una riqueza proyectual estudiada al milímetro. Sus autores, Alfred García Gotos y Ester Panadés suelen trabajar juntos en muchos proyectos. Las sinergias entre ambos son constantes porque él es interiorista y ella es la propietaria en Les Borges Blanques una tienda de mobiliario contemporáneo. Es fácil que, en muchas ocasiones, Alfred García Gotos empiece una obra y ella la rubrique. En este caso, al tratarse de su propia vivienda, la colaboración ha sido estrecha, desde que pensaron en la idea de levantar una vivienda de nueva planta donde vivir.

El proyecto partía de una parcela de 250 m2 entre medianeras con forma trapezoidal (once metros en fachada, cuatro en la parte posterior y con una profundidad edificable de veinte).

Las aberturas entre medianeras, prohibidas por normativa, convirtieron en una obsesión el aprovechamiento de la luz natural. De esta manera, se diseñó un patio central que ilumina la planta superior y los diez metros centrales de la planta baja y permite, además, disfrutar del entorno: “ver la sierra desde la ventana del salón y el cielo desde la ducha” según palabras de los propios autores.

En la última planta, donde se sitúan dos baños gemelos, uno frente a otro y con salida al patio central, los cerramientos son transparentes y es posible ver cómo caen los copos de nieve – algo habitual en los inviernos leridanos- sin salir de la bañera.

A través de los siete metros de ventanal de la gran sala, la luz se aprovecha todo el día durante el invierno; en verano, los screens crean una cámara climática que aísla la estancia del calor. Por otro lado, la ventilación cruzada que se logra con aberturas estratégicas para que norte, oeste y sur consigan renovar el aire hace que, prácticamente, no se necesite ningún apoyo de climatización artificial.

Con un concepto de vivienda industrial en el que la distribución de los espacios polivalentes es la clave, no hay habitaciones cerradas, aunque existe un programa según el que pueden transformarse en estancias independientes cuando interese. El estudio, por ejemplo, está preparado para convertirse en una suite con baño y la abertura que proporciona la luz cenital está concebida para colocar un ascensor con una caja de cristal el día que haga falta.

La fachada de aluminio -como una careta de soldador- refleja la austeridad formal del proyecto y muestra uno de los materiales que se repiten en toda la obra: aluminio, hierro, madera y hormigón. «Hemos intentado simplificar materiales y colores: gris, negro y blanco», cuentan sus autores. Patrones y texturas se tornan una constante en toda la vivienda creando un lugar atemporal.

Junto a la cocina, los baños son las estancias mimadas del proyecto. Los autores se plantearon por qué estas áreas debían estar siempre relegadas en el peor espacio de la vivienda, si tomar un baño es una experiencia relajante y es en el baño donde diariamente se inicia la jornada.

Les apetecía empezar bien el día y, dado que querían que todo el programa de la vivienda fuera exterior, una de las maneras de conseguirlo era abrir un hueco en el centro del edificio y adosar dos baños enfrentados, que se comunican a través del gran patio. Las duchas se soterraron de manera que, a través del patio, cuando uno se ducha puedes ver las estrellas, el sol, la lluvia o la nieve. Éste es el pulmón de la planta superior.

 

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