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El nuevo restaurante Phantom, situado en el edificio histórico de la Ópera Garnier de París.

La Ópera Garnier de París ha inaugurado recientemente en su interior el restaurante Phantom, diseñado por el despacho de arquitectura de Odile Decq. El restaurante se sitúa en la fachada Este por donde entraban los carruajes tirados por caballos en los inicios de la Ópera Garnier, hace 140 años.
Como si se tratara del mismísimo fantasma de la ópera, que pasea sigiloso por el edificio, una gran nube blanca flota por encima de la zona de comensales en los noventa metros cuadrados que ocupa la sala.

Crear un nuevo espacio en un edificio histórico tiene sus restricciones por lo que el proyecto debía conservar intacta la estructura existente de paredes, pilares y techo sin dejar de afirmar su carácter más contemporáneo.

Proporcionar espacio suficiente para acomodar a 90 personas fue otro de los requisitos para este espacio limitado. En la zona de comensales se erigen unas columnas sobre las que descansa una enorme nube que en la parte superior acoge una zona de mesas y sirve al mismo tiempo de balconada desde la que admirar el interior de la ópera.

La bóveda existente se puede ver desde la planta baja, mientras que aparece muy cercana a los comensales en el nivel superior. Junto a los arcos de piedra del techo, la simetría de la cúpula ya no es evidente, los puntos de referencia cambian y la percepción sensorial del espacio se altera. El interior de la nube, de color rojo intenso, se convierte en un espacio íntimo y privado.

Esa intensidad desciende en forma de alfombra por la escalera principal, de manera espectacular, extendiéndose hacia el centro del piso de abajo, de color negro.

La fachada del restaurante tiene ventanales de vidrio ondulado que se deslizan entre uno y otro pilar. Sin ninguna estructura de soporte aparentemente visible, el cristal se sostiene por una tira de acero que imita las ondulaciones del material transparente. La banda de acero se fija en las cornisas superiores de las columnas, a 6 metros del suelo, gracias a unas varillas de conexión, dando la impresión de que se suspende por arte de magia.

Fotografías de Roland Halbe, cortesía del estudio de arquitectura www.odbc-paris.com.

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